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Rompen el huevo y bien chiquititas se lanzan sin brújula al anchuroso océano. Años después algo muy dentro les dicen que tienen que seguir un camino desconocido. Su radar invisible ¡las lleva al lugar donde nacieron! Ahí ponen sus huevos y la fiesta se repite. De todo esto nos habla Rafael, un chico que trabaja de faro en el Campamento Tortuguero de Puerto Arista, Chiapas.