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«Ojos que no ven, corazón que no siente», dice el dicho popular. Escuchemos la opinión de David Alanís, médico veterinario que un día, tras un accidente, perdió la vista. Hoy es un activista que lucha porque los invidentes tengan mejores posibilidades en un mundo donde los mirones son de palo y los ciegos miran con la piel.